El pasado 6 de agosto, el Consello da Cultura Galega organizó, dentro del ciclo de mesas redondas para conmemorar el centenario del nacimiento de Álvaro Cunqueiro, un faladoiro con el título Guerra e literatura.

En él se dieron cita periodistas e historiadores para tratar del paso del escritor de Mondoñedo por Santa Marta de Ortigueira y del cambio ideológico que le llevó a Cunqueiro posiciones galeguistas a su militancia en Falange Española. Pero lo interesante no sucedió durante la ponencia, sino casi al final de la mesa redonda y en los días posteriores. 

Álvaro Cunqueiro, foto de EFE obtenida de Spain is culture
Álvaro Cunqueiro, foto de EFE obtenida de la web Spain is culture

Cunqueiro llega a Ortigueira

Antes de empezar con la historia, creo es necesario poner en antecedentes al lector. Y, para ello, nada mejor que utilizar las palabras de mi pariente Carlos López-Keller:

[···] un joven espabilado y largo como una barra de pan aparece en la Villa. Álvaro Cunqueiro llega a Santa Marta [de Ortgueira] con un bagaje de decepciones y amarguras. Tres meses después de que comenzase la Guerra, Cunqueiro no se siente cómodo ni seguro en Mondoñedo y está buscando trabajo [···] Tenía que volver a Santiago, porque tenía la carrera sin terminar, pero con la que estaba cayendo ir a Compostela era un suicidio. La familia le dice que, a través de amistades comunes, un cura de Santa Marta que tenía una academia necesitaba un profesor de francés; y así aparece por la Villa, camino de los veinticinco años de edad. Allí conoce a Laureano [Álvarez], cuatro meses más joven que él, maestro y miembro del Partido Galeguista, como Álvaro.

Cunqueiro y Laureano (abuelo de Carlos y tío abuelo mío) se reunían en el hotelito de la plaza de las tres farolas para escuchar los partes de guerra y, juntos, sufrían por las muertes y exilios de destacados personajes de la cultura y del galeguismo.

Cunqueiro se afilia a Falange

En la comarca de Ortigueira no hubo guerra como tal. Ni bombardeos, ni asedios, ni asaltos, ni batallas. Sin embargo, la represión falangista las suplió con creces. La Falange Española de Ortigueira, fundada y comandada por Feliciano Crespo Bello, participó en las tomas de Cariño y Cedeira en julio de 1936 y en la ejecución (por fusilamiento o paseo) de al menos 70 personas en Ortigueira, Cedeira, Cerdido y Mañón. Sin contar a los 28 masones represaliados en O Vicedo y un número indeterminado de anarquistas en la misma localidad lucense.

En estas circunstancias, Jesús Márquez Cortiñas, cura de Ortigueira y director de la academia en la que Cunqueiro impartía clases de francés, recomendó tanto a Cunqueiro como a Laureano que se afiliasen a Falange para evitar las represalias. Y así lo hacen.

Gracias a su afiliación, Cunqueiro entra a trabajar en Era Azul (subtitulado Guión de Falange Española y de las JONS de Ortigueira), el órgano propagandista de Falange en la comarca de Ortigueira. De aquí pasa a Vigo y, más tarde, a Madrid, donde forma parte de ABC y escribe, el 1 de abril de 1939, la columna En la hora final.

Por su parte, Laureano se fue al frente para huir de la persecución por su pasado galeguista y, a su regreso, encontrarse inhabilitado para ejercer la docencia, a la que nunca regresó. Con los años fue miembro de la Real Academia Galega y numerario de la de Bellas Artes, además de colaborar con La voz de Galicia y fomentar la recuperación del gallego desde la radio.

Mesa redonda Guerra e literatura en Ortigueira

Y volvemos al 6 de agosto de 2011, al Teatro de Beneficencia de Ortigueira y al faladoiro Guerra e literatura organizado por en Consello da Cultura Galega. En él, Carlos González Reigosa (escritor y periodista), Eloy Fernández Clemente (historiador), Dolores Vilavedra (crítica literaria), Fernando Bouza Álvarez (catedrático de Historia Moderna en la Universidad Complutense) y Ramón Villares (presidente del Consello da Cultura Galega) hablaron sobre la figura de Cunqueiro, su paso por Ortigueira y el inicio del camino del galeguismo al falangismo, camino que desandaría más adelante.

Todo transcurrió con normalidad se habló, cómo no, de Era azul (Bouza, según me dice Carlos, «hizo un análisis muy certero y cariñoso de la hojita») y de lo difícil que es juzgar «los comportamientos de un individuo en un contexto amenazador», como dijo Reigosa.

En el turno de preguntas, pide la palabra Feliciano Crespo Rego, hijo del jefe comarcal de Falange en Ortigueira y coprotagonista de nuestra historia. Por lo que me cuenta Carlos, su intervención no tuvo desperdicio: comenzó diciendo que el verdadero director de Era azul era su padre; que los artículos los escribían Cunqueiro y Crespo padre a cuatro manos; que su padre había protegido a Cunqueiro de la «extrema derecha» haciendo que se afiliase a Falange, así como había protegido a los masones de O Vicedo.

El acto termina y el público asistente aplaude, como es de rigor en todo tipo de conferencias y mesas redondas. De repente:

[···] una señora levanta la voz para decir, con gesto entrecortado, con las luces ya encendidas y mucha gente encarando la salida, que su abuelo fue uno de aquellos masones (o anarquistas, según versiones) de O Vicedo, que lo cierto es que fue ejecutado por fuerzas nacionales sin contar con ningún tipo de protección. Se produjo un silencio incómodo y ciertos aplausos dispersos, entre otros, el mío. Y el acto terminó de esa forma desmañada y triste.

Feliciano Crespo, en La voz de Ortigueira

Y aquí debería terminar todo. Tería que morrer o conto, como decimos en Galicia. Pero no es así. Un mes después de la conferencia, Feliciano Crespo hijo publica en La voz de Ortigueira un extenso titulado «Álvaro Cunqueiro Mora, en Ortigueira». En contra de lo que pueda parecer por el título, no trata sobre la estancia del bardo mindoniense en la villa de mi madre.

Realmente se trata de un híbrido entre un panegírico a su padre y un anecdotario de Cunqueiro, de las que sólo una transcurre en Ortigueira. Crespo hijo dice que su padre, como fundador y jefe comarcal de Falange Española, protegió a Cunqueiro «tal como había hecho con otros republicanos, con miembros de la Logia Masónica del Vicedo (sic) y miembros de la CNT». Algo que, como sabemos, nunca sucedió.

El final del artículo dice:

Permítame el amable lector que para finalizar, exprese mi agradecimiento a los asistentes al Faladoiro que sobre el tema «Guerra e literatura» se celebró el pasado día seis de agosto, por los aplausos que me dedicaron al finalizar mi intervención, que bien sé, iban dirigidos a la memoria de mi padre. Gracias.

Permítame el señor Crespo que le diga que los aplausos no iban dirigidos a él ni a su padre, si no a todos los ponentes; que no hable de su intervención equiparándola a la de Bouza, Reigosa o Villares; que la memoria que él guarda de su padre no es la misma que guarda mucha gente (ni la historia) y que esta memoria no merece ningún aplauso.

Álvaro Cunqueiro, en Ortigueira, por Feliciano Crespo en La voz de Ortigueira
Primera parte del artículo de Feliciano Crespo Rego en La voz de Ortigueira
Álvaro Cunqueiro, en Ortigueira, por Feliciano Crespo en La voz de Ortigueira
Segunda parte del artículo de Feliciano Crespo Rego en La voz de Ortigueira

Respuesta de Carlos López-Keller

Carlos recuerda la «protección» recibida por su abuelo y envía un artículo a La voz de Ortigueira en respuesta al publicado por Feliciano Crespo. La respuesta de la directora del periódico, María del Carmen Fojo, es que el artículo de Carlos era demasiado duro y le pidió que la modificase. Así lo hizo y se la envió de nuevo, ambas con el título A resposta da memoria. Finalmente, La voz de Ortigueira no publicó ninguna de las respuestas de Carlos.

En honor a la verdad, he de decir que la primera respuesta de mi primo estaba llena de aristas, que no de falsedades, y puede herir más que desembozar esta polémica. Sin embargo, el final, modificado en la segunda versión, me parecía más que correcto:

Ustedes me comprenderán, cuando otros hablan hay que responder. La justicia nunca llamó a la puerta del Sr. Crespo ni le pidió cuentas de lo que hicieron sus cuadrillas; no pretendo tal cosa. Sólo salgo de mi silencio para recordar públicamente que la justicia tampoco llamó a la puerta de mi abuelo para repararle el daño hecho y pedirle perdón. Y mi abuelo lo merecía.

Por tanto, por la herencia de mi memoria, yo mismo me considero víctima del fundador y jefe comarcal de la Falange, que tanto mal hizo a mi familia, y me siento legitimado para pedirle al señor Crespo, por lo menos, que no me ofenda, y que no ofenda a los míos, defendiendo públicamente la figura y el comportamiento de este represor franquista; que no nos insulte. Nada más.

Y eso mismo le pido yo desde aquí a Crespo hijo: que no insulte a la inteligencia de todos los que, de un modo u otro, son víctimas de la represión, fuesen del Ortegal o de cualquier otro sitio; que no trate de engañar a nuestra memoria y a la memoria de los represaliados; que no nos falte al respeto defendiendo a quien fue culpable, como se dice en la iglesia durante el yo confieso, «por pensamiento, palabra, obra u omisión» de demasiadas muertes y a quien nadie le exigió responsabilidades, ni antes ni ahora.


En el correo que me envía y en el que me cuenta todo lo anterior, me dice que «con estas notas puedes hacer lo que quieras, con mi nombre o con el tuyo, que en el fondo es el mismo». Y fue lo que hice a lo largo de este (extenso) texto: poner en mi boca sus palabras, tratando de que no fuesen demasiado apasionadas y dándoles la mejor forma posible. Mío sólo es la estructuración, la redacción y un par de añadidos. Sé que no está a la altura de su pluma, pero tenía que hacerlo.

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11 comentarios

  1. Moitas grazas por compartir éste artículo. Éste artículo é outra proba máis da honradez e bonomía dos descendentes das víctimas do terrorismo franquista e falangista. Aos descendentes e aos correlixionarios actuais daqueles terroristas, penso que o que máis lles molesta é que os que fumos víctimas do terrorismo franquista e falangista, os que somos e sofrimos nas nosas carnes e nas nosas familias aquelas persecucións e mortes salvaxes, o que máis lles molesta digo, é que non pedimos nada, non reclamamos cartos, nin sequera que se castigue aos torturadores e asesiños, o que máis lles molesta é: Que probablemente sin que a maioría sexamos relixiosos, mostramos máis caridade cristián que os mesmos curas. Sólo queremos que a xustiza devolva os corpos as familias e que a Sociedade devolva a conducta e o bon nome dos represaliados. Todos eles foron xente de ben. Ningún deles lle fixo mal a ninguén. E a sua lembranza, éstes fascistas de hoxe en día, quérena manter coma a lembranza duns apestados.

    1. Moitas grazas a ti, Manuel, por dicir o que tantos de nós levamos dicindo e calando tanto tempo. Non esiximos máis reparación ca que debe a boa vontade e a que se debe a tantos e tantos represaliados.

  2. O episodio é ben revelador do engreimento da memoria dos verdugos. Un exmeplo tamén da guerra de memorias que falamos hoxe na túa presentación e por certo de quen a pode estala gañando na práctica. Para tomar nota.

    1. Moitas grazas polo comentario, Lourenzo. O episodio é para non esquecelo e para contalo. A guerra e a postguerra aínda ten vencedores e vencidos. Incluso despois de tres anos de guerra, 39 de ditadura e 36 de transición.

      Pero eu non son o escritor, sonche outro 🙂

  3. magnifico articulo, gracias por compartirlo
    de aqui puedo deducir que algunas personas olvidan el pasado y lo adaptan para quedar la ostia de bien
    el libro de tu homonimo habla de esta represion en vuestra tierra, represion callada, como sucedió en otras tierras en esa terrible epoca, desconocida por mi hasta esta lectura y que me ha estremecido varias veces
    recomendable para quien no conozca ese oscuro pedazo de historia en galizia

    1. Demasiadas veces nos olvidamos de lo importante que es el pasado. Hay casos en los que el «borrón y cuenta nueva» simplemente no funciona. Y no se trata de, como dice mucha gente, remover viejas heridas, sino de ver las cicatrices y trabajar todos juntos para no volver a pasar por lo mismo. Además, la memoria histórica debe alcanzar a todos: hubo víctimas y verdugos en los dos bandos y, en ambos casos, muchos quedaron sin reparación (aunque es cierto que la mayoría de las víctimas del bando nacional sí la tuvieron).

      Un día tendría que hablar de los campos de concentración que hubo en Galicia, pero para eso necesito documentarme algo más.

  4. Yo también estuve en ese faladoiro en el que alguno de los conferenciantes (no Fernando Jesús) minimizó la propaganda fascista que hizo, durante algunos años, Cunqueiro. Eso nos llevaría a si debemos seguir respetando como artistas a quienes no se respetan ni a si mismos, pero es demasiado complicado para mi.
    Lo que sí es cierto es que fue Ramòn Villares quien por acción u omision negligente permitió que un incalificable sujeto empezase a hablar de si mismo frente a un público que venia a otra cosa. Obviamente, en cuanto subió al estrado, me fui a la calle.

  5. Saludos compañeros y camaradas repúblicanos: Es una verguenza de lo que está ocurriendo en el pueblo español, por castigar al capitalista Zapatero votaron en nulo, abstenciones y en blanco, siempre lo dije: «camino abierto al franquismo en todo su esplendor y a la falanga asesina. Nos vamos a descansar hasta sacar al ultraderecha gobierno de Rajoy si tos su séquito de lodrones y de abusadores. Esperamos por la 111 República de España Socialista, pero de VERDAD!

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