Aunque haya llegado tarde, esta es mi aportación de febrero a #12Fotos12Historias (la cuarta, ya). No sé si estilísticamente merecerá la pena o no, pero, bueno, aunque sea como mal ejemplo, para algo valdrá.

Mucha gente, cuando les muestras las dimensiones del universo, tiene la misma reacción: «¡Somos insignificantes!». Pero, ¿realmente debemos medir nuestra relevancia utilizando únicamente una escala métrica? ¿Por qué lo grande nos impresiona y obviamos lo pequeño?
Las grandes cifras nos avasallan, hacen que perdamos la capacidad de fijarnos en los detalles más próximos y en su belleza. Porque hay belleza en los detalles. Muchas veces oculta, otras veces disimulada, pero, en la mayoría de los casos, simplemente pasada por alto.
Como esta flor de almendro, un pequeño y hermoso universo. El terciopelo blanco y brillante de los pétalos, el fuego rosa y amarillo de los estambres, el último sol de la tarde dando luz y vida al conjunto, el olor a miel que la rodea.
Acerquémonos, olvidémonos de las distancias y busquemos la belleza. Cambiemos la escala en la que medimos el mundo.