Anoche se emitió en La2 de RTVE el documental «Comprar, tirar, comprar«, subtitulado «La historia secreta de la obsolescencia programada». Bajo este rimbombante nombre, con aires de conspiranoia, se encuentra un documental sobre la caducidad de productos que, en principio, no deberían caducar. Léase lavadoras, impresoras, teléfonos móviles, bombillas…
Otro de los aspectos más interesantes del documental es el destino de los productos caducados. Gracias al consumismo del primer mundo y a la obsolescencia programada, África se ha convertido en los últimos años en el basurero tecnológico de la sociedad occidental.
Con tintes conspiranoicos, tramas secretas al descubierto, engaños para tranquilizar las conciencias bienpensantes del primer mundo, el documental de Cosima Dannoritzer tiene todos los ingredientes para ser un documental de culto al estilo de los de Michael Moore. Si eres de los que todavía no vieron el documental «Comprar, tirar, comprar» no os lo podéis perder.
Visto este clarificador documental, algo que casi todos intuíamos, me surge una cuestión:
Al igual que el IDAE clasifica los productos segun la eficiencia energética pienso que olvida valorar también la durabilidad del producto.
Puede que un producto A++ tenga una durabilidad inferior a la media, generando basura prematuramente y puede que provocando mayor gasto si contabilizamos la energía para su fabricación.
¿Por qué no ampliar la clasificación a otros productos tecnológicos?
Esa es una buena pregunta. Todos los productos tecnológicos tendrían que venir evaluados por IDAE. Otra cosa es que las políticas estatales obligasen a que los periodos garantías de los productos fuesen más largas, ya que ahora, al menos en España, es de dos años.