En nuestra sociedad, las niñas viven influenciadas por las princesas Disney, las Barbies y, en general, por modelos de belleza y personalidad completamente irreales y simplificadores. No hay inteligencia, ambiciones o actitud en esos ejemplos que las niñas adoptan; sólo encontramos superficialidad, la única ambición es estar mona y no hay más actitud que la de verse bien.