Desde su participación en el Mundial de 1982, me quedé prendado para siempre de este pequeño país.
Años más tarde, Federico Trillo, por entonces ministro de Asuntos Exteriores, lanzó aquella proclama («¡Viva Honduras!») ante unos soldados salvadoreños que, ardorosos, respondieron («¡Viva!»). Aquí pensé «cómo ha de ser Honduras para que hasta los ministros y militares de otros países le lancen vivas».
Ahora, nuevamente en un Mundial, y en el grupo de España, por añadidura, hace que recupere el cariño y el respeto por este país americano.
¡Viva Honduras!