Yo confieso que soy cómplice del llamado «reformazo». Pero no por participar en las reuniones o la redacción del nuevo artículo 135.3 de nuestra Constitución. Tampoco por formar parte de las masas de afiliados y votantes del PSOE o del PP. Y mucho menos por compartirla.
Confieso que soy cómplice de esta reforma constitucional por pura desidia, por vagancia, por comodidad, porque son todos iguales y, sobre todo, porque no me representan. Ninguno.
Confieso haber utilizado el dicho «cambiarás de muiñeiro, pero non de ladrón» para justificar mi inactividad política casi hasta haberla vaciado de significado.
Confieso que he pecado democráticamente por pensamiento y omisión.
Confieso todo esto no con intención de excusarme o de justificarme. No haber votado en años no es algo de lo que uno pueda o deba sentirse orgulloso.
Y, al final del camino, porque para mí este es el fin de la senda de la abstención, ni siquiera tengo la satisfacción de no sentirme engañado como sé que están muchos votantes de los dos partidos mayoritarios. Me siento tan engañado como ellos.
Dejar un comentario