Ver volar a un abejorro induce a uno a la molicie. La aparente falta de prisa, el caminar pausado entre las flores de la lavanda, el aire siempre perezoso que transmite, a pesar de su laboriosidad… Nada nos hace pensar en la complejidad de estos insectos: en su forma de comunicarse, en que sean capaces de reconocer figuras complejas o, como acaba de descubrirse, que sean capaces de imaginar cosas.

Sí, de imaginar cosas. Puede que no sea una imaginación visual como es la nuestra, pero les permitir la abstracción y la creación de un mapa mental que les permite identificar lo que tocaron a oscuras con la forma que ven con luz. También pueden analizar situaciones, asociar ideas, comunicarse (visualmente y con vibraciones) y demuestran nociones sobre el espacio y el tiempo. En las abejas hay inteligencia individual y, también, una especie de protoconciencia.

Avispa
Avispa

Algo parecido pasa con las hormigas, primas de las abejas, y con el proceso que tienen para descubrir y dar conocer los caminos hasta las fuentes de alimento y el GPS interno que les permite encontrar siempre el camino.

Según el neurobiólogo Michael Sheehan, en el caso de las avispas, otras miembros de los himenópteros, «las presiones de selección más intensas en la historia reciente […] no han sido lidiar con el clima, atrapar alimentos o parásitos, sino mejorar el trato mutuo» y, para ello desarrollaron un reconocimiento facial que les permite distinguir a una avispa de otra. Es decir, reconocen la individualidad y eso les permite trabajar mejor en equipo.

Parece que estos tres artrópodos son capaces de incorporar una inteligencia individual a una sociedad compleja. Como los chimpancés, los delfines o los humanos.

Sin embargo, siempre aparecen representados como individuos simples que viven por y para una estructura social, sin ningún tipo de vida particular. Tanto es así, que las mentes colmena de la ciencia-ficción que, según la Wikipedia, se inspiran en sociedades de «insectos que basan su reproducción en un solo elemento fértil, como las abejas, termitas y hormigas, capaces de desarrollar comportamientos de elevada complejidad a partir de individuos de comportamientos muy limitados».

Ahora cuando volvamos a ver un abejorro volando perezosamente, mientras oímos ese zumbido que suena a siesta de verano, parémonos a pensar que es mucho más que un miembro reemplazable de un mecanismo social y sintamos un poco de envidia por su vida como individuo y como parte de un enjambre.

Puedes leer este texto en gallego: Abellas, abellós, avespas, formigas e humanos.

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2 comentarios

  1. He alucinado con la info, mucho.
    Me he enganchado con la primera frase.

    Molicie:
    «2. f. Abandono invencible al placer de los sentidos o a una grata pereza.»

    Ahora tengo una nueva palabra favorita

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