Desde que comenzó el Movimiento #15M a través de las redes sociales y, sobre todo, desde la manifestación del 15 de mayo, se ha criticado mucho a los medios por su labor. Metafóricamente hablando, se tiraron muchas piedras contra los medios por la mala cobertura, la lentitud en la reacción, la manipulación de la información dada… Y muchas de ellas están plenamente justificadas.
Sin embargo, hay que tener en cuenta determinadas cuestiones que explican su comportamiento:
- Los medios de comunicación tradicionales tienen unos tiempos muy marcados. Son las rutinas de las que habla Jay Rosen (ya hablé de ello en Qué creo saber sobre periodismo, de Jay Rosen) y que condicionan la forma de producir contenidos.
- Para muchos medios, las nuevas tecnologías siguen siendo nuevas. No vigilan los trending topics de Twitter, no controlan las tendencias de búsqueda en Google. O no lo parece. Da la impresión de que sólo están pendientes de qué hace la competencia para no quedarse atrás, sin darse cuenta de que ya van por detrás.
- Las ruedas de prensa y las agencias siguen siendo las principales fuentes de información. Muchos medios todavía están esperando que los organizadores de la acampada convoquen una rueda de prensa en la que expliquen sus objetivos. O que por lo menos emitan un comunicado a través de las agencias.
- Las líneas editoriales de los medios fuerzan una jerarquía de los contenidos. En función de la línea ideológica de los medios, se tiende a enfatizar o minimizar (cuando no se sesgan descaradamente) los acontecimientos. Y este no iba a ser una excepción.
- El tamaño de los medios es una limitación a la hora de cubrir eventos. El despliegue necesario en un medio de comunicación nacional para llegar a un evento es enorme. En especial en aquellos que están descentralizados o que «mutan» por momentos.
Ahora bien. Los errores de los medios son muchos y muy graves, pero no toda la mala cobertura del movimiento #15M es culpa suya. Los acampados también tienen una buena dosis de responsabilidad:
- La estructura horizontal del movimiento #15M limita enormemente su funcionamiento. No hay portavoces claros y eso redunda en que los medios no sepan a quién dirigirse. Admitámoslo: nuestros votos tienen que valer lo mismo, pero no todos valemos igual para comunicar. Afortunadamente cada persona tiene sus cualidades y allí hay muchas personas, aprovechémoslas.
- El desconocimiento del funcionamiento de los medios. Como decía un poco más arriba, los medios son animales grandes y, muchas veces, torpes. Necesitan mucho espacio y mucho tiempo para poder reaccionar. Sabiendo esto, se pueden agilizar las cosas mandando correos electrónicos con fotos, documentos, enlaces, vídeos… para que los medios lo tengan todo masticado y puedan, en un momento dado, tener algún punto al que dirigir sus preguntas.
- Los concentrados en Sol y en otras plazas de España lo están fiando todo a internet y, más concretamente, a Twitter. En enero, en España había 2,3 millones de usuarios de Twitter, aproximadamente un 5 % de la población, de aquí habría que descontar las cuentas corporativas, de organismos públicos, las inactivas, las dedicadas al spam, las que sólo siguen a famosos… Habría que saber cuántas nos quedan para ver el impacto real en la sociedad.
- Los medios necesitan novedades. Para el mundo del periodismo, las noticias duran uno, dos o tres días. Si son tragedias, una o dos semanas. Muy raramente pasan de eso. La primera noticia fue la manifestación. La segunda, la acampada y el desalojo de Sol. La tercera, la prohibición de la concentración por parte de la Junta Electoral de Madrid. Y todas pasaron. Por lo tanto, no van a ir a cubrir una asamblea si la percepción que tienen (y la tienen) es que no se avanza en ningún sentido. Los medios tienen hambre de novedades. Y, si no les dais de comer, buscarán otro sitio del que alimentarse.
- La falta de objetivos claros. Hay muchas frases bienintencionadas, muchas peticiones de apoyo, algunas consignas solemnes, pero no se transmite ningún avance. La gente y los medios empiezan a tener una percepción borrosa de lo que está pasando y, por lo tanto, a dudar de lo que está haciendo toda esa gente en las plazas de España. Si no hay avances, se deja de informar; si se deja de informar, la concentración pasará a convertirse en una molestia para los ciudadanos.
Seguro que me dejo algunas cuestiones importantes, pero creo que están las fundamentales. ¿Hay mala información sobre el movimiento #15M? Sí, pero no sólo es culpa de los medios. También es de los manifestantes.
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Y lo medios que se han sumado a carro como por ejemplo elpais o elmundo, que de repente hacen artículos con dos dedos de frente… ¿Quizás es el medio a que la gente consuma noticias en otros medios alternativos?
Sí, posiblemente gracias al típico comentario de «eso ya lo vi yo en Twitter» la gente empiece a ser consciente de que existen canales «no oficiales» por los que la información llega antes y sin filtros ni tamices.
Mi esperanza, como ya sabes, es que los medios también se den cuenta de este cambio del paradigma de la comunicación y comiencen a utilizar las redes sociales en serio y no únicamente como un canal de distribución.