Ayer fue un día muy intenso. Hay gente que ya dice que el 20O pasará a la historia. A mí me parece un poco exagerado porque todavía necesito digerir lo que pasó: la muerte de Gadafi y, sobre todo, el comunicado que anuncia que ETA deja las armas. Si todavía siguiese siendo periodista, habría disfrutado del día en el trabajo. Como no es así, me deja un poco aturullado. 

Sangre Libia. Medina para Público
Sangre Libia. Medina para Público

El primer caso, me lleva a pensar en la hipocresía de Occidente. Hasta hace muy poco, Gadafi era un amigo. El Teleoperador nos recuerda las buenas relaciones con diferentes representantes españoles. Las fotos con Zapatero y el rey son de febrero de este año.

¿Que era un dictador que no respetaba los derechos humanos? ¿Que entrenaba y financiaba a grupos terroristas (ETA entre ellos)? ¡Qué importa! Tenía gas y petróleo, era un elemento de estabilidad del siempre complicado y al borde de la ebullición que es el mundo árabe y pagaba las armas que le vendíamos. Así que miramos para otro sitio y listo. Al fin y al cabo, ¿a quién le importa lo que le pueda pasar al pueblo libio si las empresas petroleras siguen enriqueciéndose?

Podría darse el caso. Vergara para Público
Podría darse el caso (y se dio). Vergara para Público el 19/10/2011

En el segundo caso, pese a todo lo que pueda decir toda la caverna mediática, siento una cierta alegría. Todos sabíamos que ETA estaba condenada, que era cuestión de tiempo que desapareciese y que ese momento llegaría más pronto que tarde. Es más, muchos esperábamos que sucediese antes de Navidad. Y aún así no dejó de ser una agradable sorpresa.

Pero siempre hay quien la empaña. Los intereses espurios de los medios del TDT Party y las reacciones del Partido Popular hacen que el comunicado de ETA se convierta una maniobra de la banda terrorista orientada hacia las elecciones del 20N (igual que hicieron con el 11M o el 15M). Me parece un insulto a la inteligencia lo que dice Pedro J. Ramírez:

¿Acaso esperaba que se presentasen en las comisarías diciendo «soy de ETA, deténganme»? ¿Acaso desconoce que ETA siempre trata de marcar los plazos? ¿Acaso ignora que la entrega de armas y el proceso de disolución se hará tras negociar las condiciones con los gobiernos español y francés? ¿O pretende que, 52 años después, todo se termine de la noche a la mañana? Creo que no, pero eso sólo me deja la opción de pensar que Pedro J. Ramírez actúa de mala fe.

Claro que las reacciones de Mayor Oreja no son mucho mejores. Según recoge ABC, tiene «apariencia de final, sin final definitivo» y se debe a las «importantes concesiones» del Gobierno a la banda terrorista. ¿Cuáles son esas concesiones? Además, ¿hay concesiones a ETA o es ETA la que «ahora es deudora de un Gobierno que, además, le ha regalado la conferencia de paz»? Me parece muy triste que, una y otra vez, la derecha española mediática y política caiga en el maniqueísmo, ¿o es que Mayor Oreja teme que a él y a su familia se les acabe el negocio de la seguridad privada?

Como decía, ayer fue un día muy intenso y todavía tengo mucho que asimilar, aunque, en cualquier caso y pese a todo, hoy hay muchas vidas que empiezan de nuevo. Y eso es una buena noticia.

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