De todos es sabido que la iglesia católica está exenta de pagar el impuesto sobre bienes inmuebles (el IBI), una prebenda que cuenta con la oposición de muchos sectores sociales, la mayoría de ellos de la izquierda.

Y digo la mayoría, porque la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón (PP), ha decidido que la Iglesia tendrá que pagar el IBI. Esta noticia, que será bien recibida por muchos zamoranos, ha sido «una de las peores noticias» que se «podía imaginar» José Antonio Fortea, un sacerdote especializado en demonología, según reza su perfil en Intereconomía.

José Antonio Fortea, fotografía de Intereconomía
José Antonio Fortea, fotografía de Intereconomía

En un artículo publicado el pasado 8 de mayo en Intereconomía, el señor Fortea (nunca sé si lo de «padre» se aplica a todos los sacerdotes o sólo a los monjes y frailes) dice:

Esto es una catástrofe. Porque aunque sólo nos exigieran ese impuesto sobre los lugares no dedicados al culto, la puerta de nuestra sangría ya se ha abierto, y a partir de ahora cualquier ayuntamiento será el que decida qué edificios pagan y cuánto pagan.

Claro que es una catástrofe. La misma que sufre cualquier persona que tenga un piso en propiedad, por ejemplo. Y, bueno, la sangría ya estaba abierta. Nada menos que en Italia, el gobierno, no un ayuntamiento, quiere que la iglesia pague el IBI (o su equivalente italiano) por aquellos edificios destinados a fines comerciales (colegio, hospitales) y que no estén destinados al culto o a la caridad. En España parece que Soria y León seguirán el ejemplo de Zamora.

La Iglesia posee con sus templos muchos metros cuadrados en el centro de las ciudades. Los ayuntamientos gradualmente a lo largo de una década nos pueden ir subiendo las tasas con el decidido propósito de apoderarse de templos, conventos y catedrales. Nuestras catedrales pueden convertirse en un verdadero grifo abierto, cuyo chorro de dinero desagüe directamente en las arcas municipales.

Es cierto que la Iglesia ocupa muchos metros cuadrados en las ciudades con sus templos. Pero también es cierto que muchas iglesias fueron inscritas como propiedad de las diócesis de forma opaca (aunque legal). Lo que dudo es que la intención de los ayuntamientos sea «apoderarse» de sus edificios, sino, más bien, sanear las maltrechas economías municipales. Lo que no acabo de comprender es qué tiene de malo que el dinero «desagüe» en las arcas municipales. ¿O el señor Fortea insinúa que los políticos son todos unos ladrones?

Con esta medida de la alcaldesa del PP, se abre un capítulo por el que dentro de una década varios obispos tengan que desembarazarse felices de la titularidad de varios antiguos templos, teniendo que decidir cuáles mantiene y cuáles no. El día que eso pase, el alcalde nos dejará amablemente el uso de nuestras iglesias a las horas que él decida. Y mucho cuidado con lo que se diga allí dentro. Por otra parte, el alcalde decidirá si se lo deja a otras confesiones religiosas, (musulmanes e hindúes incluidos), o si se dedica a espectáculos. Una iglesia podría dejarse un día, incluso, para una convención de brujos y hechiceros. A ellos les encantaría, y mucho me temo que si pagan, podrán.

Escenario apocalíptico, sin duda. Supongamos que el señor Fortea tiene razón: ¿os imagináis que los obispos no puedan despotricar contra, qué se yo, los homosexuales tranquilamente? O lo que sería peor. Cualquiera podría utilizar el templo para exponer sus creencias. «Musulmanes e hindúes incluidos«, ojo. Supongo que la aclaración tiene su importancia teológica, pero a mí se me escapa y sólo me transmite una peste a racismo fuera de lo normal. Sobre lo de los brujos y hechiceros no voy a hablar, me recuerda demasiado a la Inquisición.

Querida Rosa Valdeón, muchas gracias. Desde este momento pido públicamente y a cara descubierta que no se vote al PP. Alguien puede pensar que esto es una acción independiente de una alcaldesa. Pero no existen políticos independientes. Urge crear un partido que defienda el Reino de Dios. Un partido que luche para que tengamos, al menos, una parte de los inmensos privilegios de los sindicatos, o de tantísimas otras instituciones de la sociedad: el cine, la Cruz Roja, diversas asociaciones pseudoculturales, etc. Anda que no hay instituciones enteramente privadas que no viven a cuenta de las arcas públicas. Pero a la Iglesia hay que quitarle incluso lo poco que tiene. Poco, porque nuestra economía es de mera subsistencia. Al menos nos quedaban los templos erigidos para honrar al Señor.

El señor Fortea, ya presa de un resentimiento incontrolable, aboga por la creación de un partido político propio «que defienda el Reino de Dios. Un partido que luche para que tengamos, al menos, una parte de los inmensos privilegios de los sindicatos, o de tantísimas otras instituciones de la sociedad». O, dicho de otra forma, un partido que luche por los beneficios propios y olvide el bien común, porque en ese «tengamos» sólo veo reflejada a la Iglesia oficial, a los sacerdotes, monjas, obispos…, pero no al Pueblo de Dios.

Si es cierto (desconozco el dato) que «hay instituciones enteramente privadas» que «viven a cuenta de las arcas públicas» también habrá que perseguirlas, pero nunca emularlas. Además, ¿no son suficientes los más de 6.000 millones de euros anuales que cobra la Iglesia católica del Estado? (Presupuestos Generales del Estado de 2010 para 2011). Lo siento, pero no me creo que la economía de la Iglesia sea «de mera subsitencia».

Y el artículo termina de un modo que no puede considerarse precisamente amable:

Que caiga la vergüenza sobre ti, Rosa. Al menos, ya está claro que nada podemos esperar ni de los enemigos naturales del cristianismo, ni de su oposición.

Señor Fortea, entiendo que para luchar contra los demonios no haya lugar para ser benévolo, pero no ha mostrado en todo el artículo ni una pizca de la mansedumbre predicada por Jesucristo.


NOTA 1: Todos los bloques en cursiva pertenecen al artículo original y se han reproducido aquí para poder comentarlos separadamente.

NOTA 2: En el caso de que suceda, lamentaré que los posibles lectores católicos (o no) de este blog se sientan ofendidos. No es mi intención faltarle al respeto a nadie y mucho menos por sus creencias religiosas.

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6 comentarios

  1. Y se me olvidaban los brujos y los hechiceros, gentuza de mal vivir a la altura de jugadores futbolín o torneros fresadores…

  2. Saludos compañeros y camaradas: Soy VASCO que está con la 111 República de España; vivo en una colonia anglosajona, una isla que se llama Puerto Rico, el grave problema de España es precisamente el P.P. que es un gobierno franquista, facha, explotador, recortador de los servicios del pueblo, los chupadores de la monarquía, los bancos el FMI, los especuladores de estas acciones. tenemos que crear un «referendum» sobre ser República o Monarquía, regresar a la moneda nacional y no pagar la deuda con los nuevos usureros del siglo XX1, el FMI!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Es muy claro que los bienes inmuebles de la Iglesia Católica deben pagar; ¿porqué no? Porque son parte de la clase rica de España, pongamos impuestos a los ricos, y vamos a ver si no es una medida justa y razonable.No es decirlo, es HACERLOOOOOOOOOOOOO.

  3. Falta de profesionalidad al criticar solo a una parte de los involucrados en el articulo.
    Poca ética.

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