Robert Edwards, pionero de la fecundación in vitro, Nobel de Medicina 2010. Y ya iba siendo hora, digo yo. Desde que el 25 de julio de 1978 nació Louise Joy Brown, primer bebé-probeta, hasta hoy han pasado 32 años. A lo largo de todo este tiempo, la felicidad llegó a miles de familias en todo el mundo gracias a las investigaciones de este científico inglés.
Pero, no podía ser de otra forma, la iglesia católica patalea. Dice que este sistema de fecundación «suscita graves interrogantes morales en lo que respecta a la vida humana del que nace y, también, a la dignidad de la procreación humana». Esto lo dice por boca de Roberto Colombo, miembro de la Pontificia Academia de la Vida, que argumenta que no todo lo que es científicamente brillante, clínicamente posible y jurídicamente consentido debe quedar absuelto de cuestiones éticas, familiares y sociales.
Aunque no sea el negociado de Roberto Colombo y aunque resulte dogmático por mi parte, me parece muy osado que la iglesia católica hable de cuestiones éticas, familiares y sociales sin tan siquiera sonrojarse.
Actualización: Diga uno lo que uno, siempre hay otro que lo dice mejor. En este caso es Pepe Cervera en su blog Retiario: Los cuatro millones de hijos del doctor Edwards