Hacía tiempo que no me aburría tanto viendo un partido de fútbol. Desafortunadamente, a mí no me afectó la «potente señal de origen desconocido» que impidió que Telemadrid pudiese emitir correctamente el partido. Así que lo vi.
[NOTA: Que conste que esto no es una crónica, sólo unas pequeñas apreciaciones personales]
El Inter jugó (o algo) con orden, centrándose en el trabajo colectivo, la disciplina y la sangre fría, que no es poco. Pero no intentaron nada en ataque. Sacaban el balón de portería directamente fuera, como si fuese un partido de rugby y tratasen de ganar metros, pero sin presionar la salida del balón del Barcelona. ¡Si Eto’o estuvo jugando de lateral derecho!
Los locales se resumen en una palabra: Piqué. Fue el mejor de los de Guardiola, metió el gol (en posible fuera de juego) que dio esperanza al barcelonismo, subió el balón y no falló en las pocas ocasiones en las que tuvo que ejercer de defensa.
Pero la final es para el Inter de Mourinho. Y menos mal que es a partido único. Si hubiese ida y vuelta juro que ya no la vería. Qué sopor, madre mía.